Inicio, nudo y desenlace de un cuento corto

Inicio, nudo y desenlace de un cuento corto
En esta entrada vamos a ver el inicio, nudo y desenlace de un cuento corto, elementos esenciales en los que debemos poner mucho cuidado para lograr un buen relato breve.

Cada escritor tiene su método para escribir, pero no está por demás recordar el trabajo que debemos hacer en el inicio, nudo y desenlace de un cuento corto. 




Inicio, nudo y desenlace de un cuento corto

Vamos en primer término a definir estos tres elementos:

  • Inicio,
  • nudo, 
  • desenlace

Inicio de un cuento corto o largo


Como su nombre lo indica es el arranque de la historia; aquí se presentan al lector los personajes y se le muestra de qué tratará la historia.

Nudo

En esta parte se genera una tensión narrativa a causa de la lucha del  personaje principal (protagonista) por conseguir el objetivo y las dificultades para alcanzarlo, que le pone otro personaje (antagonista).

A veces son varios los personajes protagonistas y uno o varios los antagonistas. 
Este es el segundo elemento del inicio, nudo y desenlace de un cuento corto.

Desenlace 

Es la parte donde sabemos cómo termina la historia. Aquí se resuelve el conflicto.


La imagen siguiente corresponde al dibujo de unos de los relatos que podrás descargar de manera gratuita: "Carrera en el bosque". Esta y otras 15 narraciones cortas los hemos seleccionado para ti, porque son buenos ejemplos del inicio, nudo y desenlace de un cuento.

Los tres elementos clásicos de la narración breve

A estos tres elementos del cuento (inicio, nudo y desenlace de un cuento), también se les conoce como:
  • Planteamiento
  • Clímax
  • Final
Con fines educativos se dice que la estructura del cuento debe ser en este orden:
  1. Inicio (planteamiento). 
  2. Nudo (clímax).
  3. Desenlace (final).
Cuando alguien inicia en la escritura de cuentos puede -y es recomendable- seguir este orden. 

Sin embargo, ya cuando el escritor tiene más experiencia en la creación de cuentos o relatos breves, puede alterar este orden: inicio, nudo y desenlace de un cuento. 

Eso sí, es imprescindible que el cuento tenga planteamiento, clímax y final.

Quizá también quieras leer:





Inicio, nudo y desenlace de un cuento corto: cómo trabajar estos elementos


El inicio, nudo y desenlace de un cuento corto, el escritor debe trabajarlos muy bien a fin lograr un buen cuento.

Antes de explicar cómo construir el planteamiento, conflicto y final  de un cuento, debemos aclarar esto:

¿Qué es el cuento corto?

Es una narración breve que puede ir desde un párrafo hasta seis o siete páginas; algunos certámenes de cuento corto precisan que la extensión de este tipo de narraciones es variable, pero que puede ir desde  un párrafo a lo que se considera minicuento hasta unos 20 mil caracteres, cantidad que, en una letra de tamaño 11, equivale a casi 7 páginas.

En el cuento corto se admite cualquier tipo de temática: histórica, fantástica, real, etcétera.

Ahora sí ya quedó explicado:

¿Qué es introducción nudo y desenlace de un cuento?

Pasemos enseguida a explicar brevemente cómo trabajar estos elementos.

Inicio, nudo y desenlace de un cuento corto: trabajando estos elementos


Un buen inicio de un cuento corto


El primer elemento del inicio, nudo y desenlace de un cuento corto, es el planteamiento, el cual debe atrapar al lector a fin de que lea nuestro relato. ¿Cómo lograrlo? Los escritores echan mano de varios recursos, entre los que están:
  • Iniciar la narración en algún punto del nudo y luego en analepsis —recurrir a hechos pasados— llegar al inicio o la introducción del cuento.
  • Plantear una duda de lo que podría hacer el personaje principal.
  • Iniciar la narración, mencionado algún dato incompleto de la acción o lo sucedido a un personaje, a fin de despertar la curiosidad del lector.



Nudo de un cuento, cómo construirlo

Para introducir el nudo o conflicto en el cuento, o en cualquier historia narrativa, hay que romper el equilibrio de uno o más personajes. Y, generalmente, quien quiebra la tranquilidad del protagonista es el antagonista.

Se rompe el equilibrio de un personaje cuando una fuerza (representada por el antagonista) le pone trabas para conseguir lo que persigue.




Veremos enseguida de manera más clara cómo trabajar este elemento que forma parte del inicio, nudo y desenlace de un cuento corto.

Nudo de un cuento, ejemplo

En el cuento Caperucita roja y el lobo feroz nada pasaría si Caperucita sin ningún obstáculo le llevara la comida a la abuela. Y sencillamente esa historia sería muy plana, sin interés. 

El equilibrio se rompe, en ese cuento, cuando aparece El lobo, quien no solo tratará de que Caperucita no llegue con la abuela, sino que buscará devorar a la niña. Es en este momento cuando aparece el nudo o conflicto y la tensión narrativa se instaura.



¿Qué es el final de un cuento?


El otro elemento del inicio, nudo y desenlace de un cuento corto que también debemos trabajar bien es el final del relato. En este apartado tenemos que resolver las acciones de los personajes de acuerdo a lo planteado en el inicio y al curso que siguieron en el nudo o conflicto. 

Por ejemplo en ese cuento de Caperucita roja, la narración concluye cuando El lobo devora a la pequeña. Es un final cruel, pero va de acuerdo a la línea narrativa del inicio y del nudo.

Si en vez de ese final, metieramos un desenlace caprichoso como hacer que un rayo matara a El lobo, y a Caperucita no le sucediera nada, el lector se iba a sentir defraudado, porque ese final se aparta de la línea narrativa de la historia.

Un cuento inventado que tenga inicio nudo y desenlace corto



Ahora que ya hemos visto los elementos esenciales de este tipo de narración y cómo trabajarlos para lograr un buen texto narrativo, vayamos a un ejemplo concreto de lo que es un cuento inventado que tenga inicio nudo y desenlace corto.
Se trata de un texto clásico, representativo de este género literario.

"A la deriva" es el título del relato que te reproducimos en este espacio. Su autor es Horacio Quiroga, literaro uraguayo, quien es uno de los máximos exponentes del cuento corto.

Aquí está el relato. Es un buen ejemplo del inicio, nudo y deselance de un cuento. Ponte comodo(a) porque no te dejara ni respirar:
A la deriva
Horacio Quiroga
El hombre pisó algo blanduzco, y en seguida sintió la mordedura en el pie. Saltó adelante, y al volverse con un juramento vio una yararacusú que arrollada sobre sí misma esperaba otro ataque.
El hombre echó una veloz ojeada a su pie, donde dos gotitas de sangre engrosaban dificultosamente, y sacó el machete de la cintura. La víbora vio la amenaza, y hundió más la cabeza en el centro mismo de su espiral; pero el machete cayó de lomo, dislocándole las vértebras.
El hombre se bajó hasta la mordedura, quitó las gotitas de sangre, y durante un instante contempló. Un dolor agudo nacía de los dos puntitos violetas, y comenzaba a invadir todo el pie. Apresuradamente se ligó el tobillo con su pañuelo y siguió por la picada hacia su rancho.
El dolor en el pie aumentaba, con sensación de tirante abultamiento, y de pronto el hombre sintió dos o tres fulgurantes puntadas que como relámpagos habían irradiado desde la herida hasta la mitad de la pantorrilla. Movía la pierna con dificultad; una metálica sequedad de garganta, seguida de sed quemante, le arrancó un nuevo juramento.
Llegó por fin al rancho, y se echó de brazos sobre la rueda de un trapiche. Los dos puntitos violeta desaparecían ahora en la monstruosa hinchazón del pie entero. La piel parecía adelgazada y a punto de ceder, de tensa. Quiso llamar a su mujer, y la voz se quebró en un ronco arrastre de garganta reseca. La sed lo devoraba. —¡Dorotea! —alcanzó a lanzar en un estertor—. ¡Dame caña!
Su mujer corrió con un vaso lleno, que el hombre sorbió en tres tragos. Pero no había sentido gusto alguno.
—¡Te pedí caña, no agua! —rugió de nuevo. ¡Dame caña!
—¡Pero es caña, Paulino! —protestó la mujer espantada.
—¡No, me diste agua! ¡Quiero caña, te digo!
La mujer corrió otra vez, volviendo con la damajuana. El hombre tragó uno tras otro dos vasos, pero no sintió nada en la garganta.
—Bueno; esto se pone feo —murmuró entonces, mirando su pie lívido y ya con lustre gangrenoso. Sobre la honda ligadura del pañuelo, la carne desbordaba como una monstruosa morcilla.
Los dolores fulgurantes se sucedían en continuos relampagueos, y llegaban ahora a la ingle. La atroz sequedad de garganta que el aliento parecía caldear más, aumentaba a la par. Cuando pretendió incorporarse, un fulminante vómito lo mantuvo medio minuto con la frente apoyada en la rueda de palo.
Pero el hombre no quería morir, y descendiendo hasta la costa subió a su canoa. Sentóse en la popa y comenzó a palear hasta el centro del Paraná. Allí la corriente del río, que en las inmediaciones del Iguazú corre seis millas, lo llevaría antes de cinco horas a Tacurú-Pucú.
El hombre, con sombría energía, pudo efectivamente llegar hasta el medio del río; pero allí sus manos dormidas dejaron caer la pala en la canoa, y tras un nuevo vómito —de sangre esta vez—dirigió una mirada al sol que ya trasponía el monte. La pierna entera, hasta medio muslo, era ya un bloque deforme y durísimo que reventaba la ropa. El hombre cortó la ligadura y abrió el pantalón con su cuchillo: el bajo vientre desbordó hinchado, con grandes manchas lívidas y terriblemente doloroso. El hombre pensó que no podría jamás llegar él solo a Tacurú-Pucú, y se decidió a pedir ayuda a su compadre Alves, aunque hacía mucho tiempo que estaban disgustados.
La corriente del río se precipitaba ahora hacia la costa brasileña, y el hombre pudo fácilmente atracar. Se arrastró por la picada en cuesta arriba, pero a los veinte metros, exhausto, quedó tendido de pecho.
—¡Alves! —gritó con cuanta fuerza pudo; y prestó oído en vano. —¡Compadre Alves! ¡No me niegue este favor! —clamó de nuevo, alzando la cabeza del suelo. En el silencio de la selva no se oyó un solo rumor. El hombre tuvo aún valor para llegar hasta su canoa, y la corriente, cogiéndola de nuevo, la llevó velozmente a la deriva.
El Paraná corre allí en el fondo de una inmensa hoya, cuyas paredes, altas de cien metros, encajonan fúnebremente el río. Desde las orillas bordeadas de negros bloques de basalto, asciende el bosque, negro también. Adelante, a los costados, detrás, la eterna muralla lúgubre, en cuyo fondo el río arremolinado se precipita en incesantes borbollones de agua fangosa. El paisaje es agresivo, y reina en él un silencio de muerte. Al atardecer, sin embargo, su belleza sombría y calma cobra una majestad única.
El sol había caído ya cuando el hombre, semitendido en el fondo de la canoa, tuvo un violento escalofrío. Y de pronto, con asombro, enderezó pesadamente la cabeza: se sentía mejor. La pierna le dolía apenas, la sed disminuía, y su pecho, libre ya, se abría en lenta inspiración.
El veneno comenzaba a irse, no había duda. Se hallaba casi bien, y aunque no tenía fuerzas para mover la mano, contaba con la caída del rocío para reponerse del todo. Calculó que antes de tres horas estaría en Tacurú-Pucú.
El bienestar avanzaba, y con él una somnolencia llena de recuerdos. No sentía ya nada ni en la pierna ni en el vientre. ¿Viviría aún su compadre Gaona en TacurúPucú? Acaso viera también a su ex patrón mister Dougald, y al recibidor del obraje.
¿Llegaría pronto? El cielo, al poniente, se abría ahora en pantalla de oro, y el río se había coloreado también. Desde la costa paraguaya, ya entenebrecida, el monte dejaba caer sobre el río su frescura crepuscular, en penetrantes efluvios de azahar y miel silvestre. Una pareja de guacamayos cruzó muy alto y en silencio hacia el Paraguay.
Allá abajo, sobre el río de oro, la canoa derivaba velozmente, girando a ratos sobre sí misma ante el borbollón de un remolino. El hombre que iba en ella se sentía cada vez mejor, y pensaba entretanto en el tiempo justo que había pasado sin ver a su ex patrón Dougald. ¿Tres años? Tal vez no, no tanto. ¿Dos años y nueve meses? Acaso. ¿Ocho meses y medio? Eso sí, seguramente.
De pronto sintió que estaba helado hasta el pecho. ¿Qué sería? Y la respiración también...
Al recibidor de maderas de mister Dougald, Lorenzo Cubilla, lo había conocido en Puerto Esperanza un viernes santo... ¿Viernes? Sí, o jueves . . .
El hombre estiró lentamente los dedos de la mano.
—Un jueves...
Y cesó de respirar.
Este relato, también lo puedes leer aquí.

Seguramente, con este ejemplo, ya podrás construir bien el inicio, nudo y desenlace de un cuento.

Conclusión

El inicio, nudo y desenlace de un cuento, guardan una relación muy estrecha; están encadenados. El nudo surge a partir del inicio; y el desenlace se origina de acuerdo a lo planteado en estos dos apartados. Si no tomamos en cuenta el concatenamiento de estos elementos podríamos a echar a perder nuestro cuento.

¿Qué te ha parecido el artículo? ¿O cómo trabajas el inicio, nudo y desenlace de un cuento corto?

Cuentos cortos con inicio nudo y desenlace para niños con dibujos

Por haber llegado hasta aquí en la lectura, te damos acceso a gratis a 15 cuentos cortos con inicio nudo y desenlace para niños con dibujos.


Estos son los titulos de los relatos cortos infantiles con dibujos y que puedes descargar gratis:

  1. La arañita Amalia
  2. La ardilla Frody
  3. La bandita de topacio
  4. Leyenda de cinco hermanos
  5. Carrera en el bosque
  6. Cofre de los sueños
  7. El diente de leche
  8. El dulce y feliz lunad de Magdi
  9. El ruido
  10. El sapo sapito
  11. El sol
  12. El sombrero de las buenas ideas
  13. Poromita la burrita
  14. Primer día en el jardín
  15. Sebastian y el volantin

Cuentos con inicio nudo y desenlace, descargar gratis


Estos 15 textos son buenos ejemplos de cómo trabajar el inidio, nudo y desenlace de un cuento.

Estos relatos cortos infantiles los puedes descargar gratis aquí.

Para que no se te olvide:

Inicio, nudo y desenlace de un cuento corto: resumen


Inicio: Es la introducción de la historia y se presentan a los personajes.

Nudo o conflicto: Surge y se mantiene el problema en la historia.

Desenlace: El nudo o conflicto tiene resolución.


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